Está claro que puedes morirte las veces que quieras.
He entendido el concepto de pérdida de tiempo total.
Ayer escuché a ese de la tele decir que el mundo se iba a la mierda.
¿Y qué?
Voy a correr las cortinas para no ver nada de esto.
Estoy enamorada de la ciudad fantasma.
A veces sueño que vuelves.
¿Y qué?
Me he convertido en un resultado derivado de lo que decías entre gemidos.
Hoy piso los charcos con más fuerza,
y la gasolina no me desagrada tanto como suele.
Lloro.
¿Y qué?
Es probable que nunca dejemos de dolernos.

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