Camina con su máscara y tacones de alfiler,
las farolas se apagan de repente porque llora,
y la primavera ha dicho que no viene hasta que la oiga reir.
Recién nacida, casi asesinada, prácticamente nueva, de repente intacta, sin querer fría.
Carga su pistola de ácido y dispara las palabras que jamás nadie ha querido escuchar.
Puñales abren heridas en el cuello, pellizquitos molestan en los brazos y ¿para qué quieren las piernas si se les olvida usarlas cuando ella mira?
Alma errante busca brújula que le diga de todo menos 'norte', que se pierda mejor que ella en plena ciudad.
Hay mil sitios que quieren ver y en los que ella ya ha estado.
Cruza sus lágrimas sin barco y sobrevive en el desierto de su vientre para conocer el mundo entero.
Si tienes suerte quizá te deje morir en sus jardines.

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