Eres mi tipo de silencio favorito
y no sé ya a quien preguntarle por la última palabra que me dijiste.
Auroras boreales en la mampara de la ducha
y que se note que sigo soñando con Noruega.
¿Puedes sacarme de aquí?
Me gusta que me odies, que me rabies, que me huyas...
Hay temor cuando sopla el viento,
y mis manos no pueden controlar el pelo pegándose a mis labios pintados de "cuidado que muerdo".
Buceo por las aceras y me suicido desde la ventana del sótano de algún garito,
saltando hacia arriba y muriendo del revés,
prometiéndole a la niña que pasa que no duele tanto como dicen,
sino más.
Hedonista me entrego al placer,
y follo hasta no quedarme agusto
porque nadie me respira la piel como tú.
Estoica, imperturbable. Ya no soy de hielo derretible,
pero soy hierro oxidable,
asqueroso,
de ese que nadie quiere después.
Tómame con leche y descafeinada,
con espuma de mar,
y a la luz de esa nube morada que tapa la luna.
Tómame aquí.
Y aquí
Y aquí.
Recuérdame que ayer tendría que haberte llamado, cúbreme los hombros con tu rencor y grita un poco más bajo para que pueda oirte bien.
Soy chicle de fresa pegado a tu suela.
Pisada pero preparada para joderte la vida.
No me rindo.

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