Asmática.
No supe respirar ni haciéndolo aposta. Olas internas me desenseñaron nadar y permitieron a mis esfuerzos apañarselas para sonreír mientras se ahogaban.
"Darling, oh my", sabes de lo que hablo.
Ultimamente cada vez que salgo a la calle me da por gritarle a mi sombra que deje de perseguirme, y he crecido unas alas horrorosas que no escuchan mis súplicas por despegar del suelo.
Me como los pétalos de rosa, bebo el agua de la lluvia y ni por las malas consigo florecer por dentro o hacer nacer lianas que se me enreden en el corazón y lo protejan de posibles quemazones.
Punto y coma.
El limbo al ver atardecer desde el coche, seis minutos de espera en la parada del tren,
mi libro favorito
y todo lo que aún me queda por llorar.
Encontrarme es como buscar aquello que perdiste hace tiempo y de lo que no recuerdas ni el aspecto. Quererme ya ni se parece a lo que solía ser.
La facilidad está en lo relativo, y ya no considero que estés a mi altura. A mi hada de cuento si la quitas el vestido es puta, y como todas las demás conoce las drogas duras. El amor, la marihuana, sus ojos, el balcón de mi apartamento, mis dedos, ese baile...
Escribir no es lo mío y, mierda, leer tampoco cobra lógica cuando lo hago. A todos los libros que jamás me han gustado les he arrancado mis páginas favoritas, huelen a tabaco por sobar las esquinas con manos descuidadas y tienen tachones a boli de cuando me creía lo suficientemente buena como para corregir al autor su obra.
Huelo las cosas antes de metérmelas en la boca, por eso se que has estado rebuscando en mis cajones, en busca de la sonrisa que pierdo cuando te digo que te quiero con la boca pequeña.
Sentir se me da mal, no quiero ver mi vida al lado de ninguna otra
y te duele que te lo recuerde en cada mirada.
No sé,
la enfermedad.
Mis pulmones siguen sin dejarme respirar.

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