Patricia me ha dicho
que estoy loca por no
sentir lo que debería sentir
por quien siente por mi
lo que no debe.
Pero ¿y qué?
Para gustos los colores,
y los miedos,
y las drogas,
y el sexo.
Lo siento,
con el poco sentimiento que me auto permito sentir,
el no poder ser lo que necesitas
ni lo que quieres que sea.
Me duele descumplir todas tus promesas,
asesinarte la moral,
morderte en las cicatrices
y pretender continuamente un final...
un comienzo...
y otro final...
"María, ¿a qué juegas?"
A ser yo misma,
a hacer que el miedo cale en tus huesos,
y te llegue Narnia al interior del cuerpo.
Siempre invierno,
siempre frío,
siempre esclavo de la reina de los hielos.

Como ya te había dicho... Lo siento.

He leído otra vez el poema que me escribiste.
Siempre pensaste que podías salvarme
pero nunca entendiste que yo no necesito ser salvada.
Y que ahora eres tú
el que se ha quedado sin rumbo,
y navegas a la deriva
por entre las calles y bares de nuestra ciudad.
A veces
te da por llamar a mi puerta,
y a menudo
a mi me da por no estar en casa.
Y entonces lloras,
quieres odiarme,
gritarme
y romper mis bocetos y esas ganas que tienes de seguir persiguiendo
algo que es demasiado grande
para caber en una jaula.
Se que tu intención
nunca fue cortarme las alas,
ni la mía hacerte creer
que yo podía sobrevivir así.

Y duele.

¿Verdad?

Cuéntame como es,
que se siente.

En el fondo te envidio
por tener la capacidad de hacerte una herida,
y que la notes cuando sangre.

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