Si en algún momento
yo hubiese sabido escuchar,
ya sabes que aún seguiríamos
siendo dos en uno y uno en dos.
Pero que mal se me dan a mi ciertas cosas,
que mucho me gusta hablarte, o hablar de ti,
que pocas veces he dicho que lo siento y cuántas mil he dicho que no siento nada.
Que soy de piedra,
inmune,
indestructible.
Que rápido se fue
lo que tanto tardó en llegar,
y que jodido es descubrir
como lo que se te mete bajo la piel
duele al arrancarse.
Y te lo dice la de la mirada fría, la de los ojos fríos, la de las manos heladas
y la del café ardiendo.
De lecciones está llena esta vida,
y sin ti estoy aprendiendo a
ahogarme sin agua,
a llorar sin lágrimas
y a chillar sin ruido.

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