Él era lo más parecido a una difícil decisión. Un continuo debate entre si el alcoholismo era enfermedad o causa de.
Un cobarde que besa dándoselas de valiente, y corre sin admitir que huye lejos de ti. La tarde más larga de tu vida, seguida de la noche más corta e intensa que nunca serás capaz de recordar del todo bien. Una herida que medio abierta espera con media esperanza que inhumanamente alguien le arranque las medias y le haga olvidar el dolor. Un color que aún no existe pero que ya han visto otros antes. Un reloj parado en el minuto justo en el que perdió una niña el tren y le explotaron los oídos. El temor a dejar de querer el modo en el que alguien te quiere. El ansia del recreo en la clase más aburrida del instituto. Una raya en un folio blanco, y una raya blanca sobre la mesa. La meta, la cima, el destino... la vuelta atrás. La sesión de las diez un miércoles. Los gritos de tu madre cuando tienes resaca. Las llaves de tu nueva casa y el sofá del salón. Un premio de la bonoloto que toca a alguien que nunca jugó.
El querer y no poder, el poder y no estar, el estar y no mirar, el no mirar y decir lo siento.
La calle de tu casa a las dos de la mañana. El futuro escondido en el fondo de todas las tazas de café. El libro de poesía subrayado, una canción que no te gusta.
Una pastilla rosa a deshora. El sabor amargo en la boca de la despedida que no presenciaste. Un último abrazo sin conocimiento.
Como quedarse dormido y saber que no vas a despertar.
Y que te de igual
e igual
e igual.
La indiferencia. Oír te quiero y no creerte una sola sílaba.
No creerle,
no compararle,
no...
El alcholismo es causa de.
Creo que voy a vomitar.

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