Soy una mujer maravillosa capaz de escupir a cien personas distintas y de decirle 'te quiero' cien veces siempre a la misma.
Una vez aprendí a odiar con todas mis fuerzas y ya nunca más tuve hueco de cariño hasta ti. Tú que me rozas con la punta de los dedos y con el miedo de un niño de cinco años. Tú que abres la boca poco para decir mucho y llevarme la contraria sin darme cuenta. Si hoy me pides que me vaya me voy...
Y ya nunca jamás en este presente hablo de mi sin hablar de ti. No me tiemblan la voz ni las piernas del terror, no me he vuelto a sentir sola.
Apocalíptica me llaman, pero no puedes castigar a alguien con infierno cuando ya acepta vivir en él. Y... ¿quién soy yo para sacarte de tu propia libertad de elegir?
En la caída me he roto quizá siete costillas y el escudo, pero sanar contigo es como reírse del daño (y cuánto hacía que no me reía yo del daño...).
Hoy pongo comas y también un día de playa. Verte abrasado al sol, empapado de sal y sonriendo; como recordándome que no tienes una puta mierda de suerte en la vida pero que me encontraste en el momento en el que yo más te necesitaba.

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