Tengo los dieciseis años más complicados de mi existencia, unas clavículas afiladas y demasiadas obsesiones.
No soy una persona fácil de entender y de buenas a primeras me odian, y de segundas me siguen odiando, y a veces de terceras los hay que me llegan a querer muy por encima de lo que yo me quiero a mí misma.
Me considero alguien que puede ser feliz con poco, pero a la que le gusta estar triste sin motivo. También me fijo en las pequeñas cosas y si hoy se fuese a acabar el mundo tendría muy claro dónde y qué me gustaría estar haciendo, pero no podría elegir el quién.
Los hay que me consideran fría y distante, rozando casi casi la maldad y hundida de lleno en el misterio, pero soy la primera en conmoverse cuando escucha un niño reir o al ver "Amelie" por millonésima vez.
Me gusta la gente que intenta y por supuesto, el mar.
¿Quieres que sonría? Regálame Barcelona envuelta en una brisa de octubre, cómprame un gato negro y mánchame la cara con arena de playa.

Odio que me abandonen.

Quizá algún día confíe.

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